Como toda actividad mercantil, depende de quién y cómo se gestione. La tierra por sí sola, no tiene una rentabilidad intrínseca más allá de la plusvalía que uno pueda obtener comprando hoy y vendiendo dentro de 5 años. La verdadera rentabilidad se debe obtener con el aprovechamiento de los recursos. Bien sea mediante su cultivo, mediante su explotación forestal, ganadera, cinegética, o bien mediante proyectos turísticos por citar algunos ejemplos. Es importante destacar, que la tierra es rentable en la misma proporción que es respetada. Ni más ni menos. Si alguien compra una finca y se salta el respeto básico a la naturaleza, la tierra le "castigará". A todos nuestros clientes, les aconsejamos que sus proyectos tengan como meta el mejorar el entorno y no empeorarlo. Sugerimos no apostar por los cultivos transgénicos; las semillas tradicionales, alimentaron al hombre desde hace 100.000 años y así podríamos seguir si aprendiéramos a decrecer un poco en nuestra vorágine consumista. No se trata de producir más. Se trata de malgastar menos.